“Los que miraron hacia
Él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron avergonzados” Salmo 34:5
Escribió el salmista: “Los que miraron hacia Él fueron
alumbrados y sus rostros no fueron avergonzados” (Salmo 34:5). Como seguidos de
Cristo, ése debería ser tu testimonio. Porque has depositado tu confianza en
Él, puedes decir: “No me avergüenzo” de:
1) Su nacimiento. Su madre fue María, pero Dios Su Padre. Por
consiguiente, no fue contaminado de ningún pecado heredado ni cometido, así que
cumple todos los requisitos para ser nuestro Salvador.
2) Sus milagros. Nunca pidió dinero por sus milagros y ninguno de ellos
fue realizado por gente.
3) Su predicación. Hasta sus enemigos tuvieron que reconocer: “¡Jamás
hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46). Las palabras de los
humanos nos informan: “Sus palabras nos transforman.”
4) Sus afirmaciones. Él dijo: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”
(Juan 14:9). La plenitud de Dios está expresada en la persona de Jesucristo.
5) Su muerte. Él llevó nuestra vergüenza. Estábamos en bancarrota
moral y espiritual, pero Él anuló el acta de acusación contra nosotros en la
cruz, y escribió “Pagado” en nuestra cuenta.
6) Su resurrección. Dice un himno: “Murió levantado en una cruz, “Consumado
es” fue su clamor exaltado en el Cielo ahora está, Aleluya, ¡qué Salvador! Y su
promesa es: “…Porque yo vivo vosotros también viviréis” (Juan 14:19).
7) Su mediación. Imagínate lo siguiente: cuando caes Él está delante de
Dios intercediendo por ti, ofreciendo su sangre para la remisión de tus
pecados. Si vieras a Jesús ahora, dirías: “No me avergüenzo de Él!”.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")