MI DIOS ES TODO
Por Milagros García Klibansky
“Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por
todos y en todos.” Efesios 4:6
“Y la casa que voy a edificar será grande; porque nuestro
Dios es grande, más que todos los dioses.” 2
Crónicas 2:5
Cuando Salomón
decidió edificar una casa a Jehová sabía la magnitud de lo que iba a hacer,
porque sabía para quien la iba a hacer; es por eso que cuando estuvo terminado
clamó a Dios diciendo: Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la
tierra con la humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden
contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! (2 Crónicas 6:18).
Cuán lejos estaba
Salomón de saber que su pregunta iba a tener respuesta casi un milenio después,
cuando ese mismo Dios que los cielos no podían contener decidió acercarse a
nosotros e invitarnos a reconciliarnos con Él.
Salomón era un hombre
sabio, él tenía plena conciencia que el único Dios verdadero no habita en
templos hechos por manos humanas (Hechos 17:24).
Pero apasionado por
mostrar a Dios lo valioso que era para su vida, quiso que el templo fuese un
edificio sólido y permanente, tanto como debe ser nuestra relación con Dios.
Debemos vivir una vida agradecida a todo lo que Él hizo
por nosotros.
Cristo es todo en nuestra vida; abandonó su reino, despreció su trono, se
deshizo de su corona para venir a reinar en el templo de nuestro cuerpo y una
vez allí, todo lo demás comienza a desaparecer porque su presencia lo llena
todo hasta inundarnos de su luz.
No sólo dividió la
historia en dos eras, sino que dividió nuestras vidas en un antes y un después
y nos llevó de la muerte espiritual a la vida plena y abundante.
La Navidad no es una
fecha, ni siquiera la fecha real ha quedado esclarecida porque no es
importante, lo importante es que ocurrió un nacimiento, un hecho que dio
comienzo a un Plan Divino de Salvación que culminó con la resurrección del Dios
crucificado (Juan 3:16).
En eso consiste
nuestra Navidad, no son malas las luces, no los arbolitos, no los muñecos
simbólicos, lo malo es olvidar que nada
de esto tiene valor si el pesebre de nuestro corazón no está preparado para que
nazca el Rey de reyes y Señor de señores.
No importa el tiempo
que vivamos, lo que importa es el tiempo vivido con Cristo, ninguna otra cosa
creada puede darnos lo que Él nos ofrece: la vida eterna. Él es el don inefable
de Dios (2 Corintios 9:15) porque una Salvación tan grande no puede ser
descrita con palabras.
Cada vez que queremos
mostrar en acciones lo que seríamos capaces de hacer por ti, Señor, ya tú lo
has hecho, siempre nos llevas la delantera.
Es por esto que sólo
podemos postrarnos ante tu presencia y casi en un gemido decirte: -¿A quién
iremos Señor? Sin ti no somos nada, ¡Tú lo eres todo!