“El Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17
Santiago llama a Dios “el Padre de las luces”, que era
una antigua alusión judía a Dios como el Creador. Santiago escogió ese título
porque se adapta a su ilustración de Dios.
Las luces son el sol, la luna y las estrellas; cuerpos
celestes creados por Dios. Desde nuestra perspectiva, el sol, la luna y las
estrellas se mueven, desaparecen, cambian de forma o varían en intensidad; va y
viene su beneficio para nosotros. Pero con Dios no hay variación ni cambio. Dios no cambia de una condición a otra ni
varía como las sombras mientras el sol se mueve. Su brillante luz de gloria
y misericordiosa bondad no palidece. Su gracia nunca se opaca. Primera Juan 1:5
dice: “Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él”. Malaquías 3:6 dice: “Yo
Jehová no cambio”.
Nunca decae la misericordia de Dios. Nada puede empañar
su bondad ni detener su benevolencia. Sabiendo eso, no se trague el anzuelo de
Satanás ni dé a luz el pecado mortal. Más bien reciba lo bueno que Dios quiere
darle.
JOHN MACARTHUR
- (Devocional "LA
VERDAD PARA HOY")