"El remanente de
Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias
sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de
hombres." Miqueas 5:7
Si esto es cierto del Israel literal, con mucha más razón
es cierto del Israel espiritual, del pueblo creyente de Dios. Cuando los santos
son lo que debieran ser, son una bendición incalculable para aquellos entre
quienes se encuentran esparcidos.
Son como el rocío, pues de una manera tranquila y
discreta refrescan a los que están a su alrededor. Silenciosa pero eficazmente
ministran a la vida, al crecimiento, y al gozo de aquellos que habitan con
ellos. Caídos frescos del cielo, relucientes como diamantes al sol, agraciados
hombres y mujeres atienden a los débiles y a los insignificantes hasta que cada
hoja de hierba tiene su propia porción de rocío. Pequeños como individuos, son, cuando están unidos, suficientes por
completo para los propósitos de amor que el Señor cumple a través de ellos.
Las gotas de rocío logran refrescar extensos acres. ¡Señor, haznos como el
rocío!
Las personas piadosas son como lluvias que llegan
ordenadas por Dios sin licencia ni autorización de los hombres. Trabajan para
Dios ya sea que los hombres lo deseen o no; no solicitan el permiso humano como
tampoco lo hace la lluvia. Señor, haz que estemos valerosamente dispuestos, y
libres en Tu servicio dondequiera que nuestra porción hubiere sido asignada.
CHARLES SPURGEON - (Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")