ES ALGO TERRIBLE DESPERDICIAR
UN BUEN HIMNARIO
UN BUEN HIMNARIO
Por Kevin De Young
Una de las mejores
cosas que he leído en cuanto a la adoración es la contribución de Harold Best
en “Exploring the Worship Spectrum: 6
Views”. En su capítulo, Best escribe una defensa elocuente de las capacidades
espirituales y musicales del himnario impreso. Él explora ocho razones por las
que “los mejores himnarios son tesoros de teología, oración, textos bíblicos,
canciones, información acerca de himnos, variedad estilística y oportunidad
litúrgica.” Resumí sus razones en mis propias palabras y traté de ofrecer una
buena cita para cada una de ellas.
1. El himnario es un siervo de la Palabra de Dios. “El himnario es, a
su manera, una obra exegética integral, es teología métrica. Durante siglos de
pensamiento y práctica, los escritores de himnos prácticamente no han dejado
ninguna piedra temática y teológica sin remover. De ahí que podemos decir con
seguridad que un himnario debidamente compilado es una fuente primaria e
indispensable para pensar y cantar bíblicamente” (66).
2. En cuanto a estilo, el himnario es notoriamente
diverso.
El contenido, los estilos, la métrica, el rango de sencillez y complejidad, el
espectro completo de las emociones humanas, el himnario no contiene únicamente
“himnos” de un género específico, sino cientos de himnos mucho más diversos que
incluso la mejor selección de las mejores canciones de los últimos veinte años.
3. El himnario es también musicalmente diverso. “Se ofrecen dos mil
años de evolución musical: cantos, salmos, villancicos, canciones populares,
canciones étnicas, baladas galeses y melodías inglesas campestres, la robustez
alemana, la claridad francesa, la franqueza americana inicial, tonadas de
música espiritual (tanto de blancos como de negros), la dulzura del siglo XIX,
la frescura y asimetría de los siglos XX y XXI” (67).
4. El himnario se nutre de material impreso que está a la
mano.
“En la medida en que muchas de las prácticas contemporáneas han pasado por alto
el valor del conocimiento musical, visual y de material escrito portátil, y se
han volcado en un sentido literal a la tradición oral pre-alfabetización, éstas
han fracasado -no sólo en la iglesia, sino también en la cultura” (68).
5. Los himnarios han sido fundamentales en la historia y
desarrollo de la música coral. “Lo que canta la congregación, lo que
interpretan las agrupaciones corales o solista(s), y lo que se toca con instrumentos
son parientes entre sí, miembros discretos de una gran familia, cada uno de los
cuales honra y recibe al otro” (68).
6. El himnario es una historia palpable de la respuesta
de la iglesia a Dios en adoración. “Así como leemos la Palabra de Dios en un
culto de adoración, en ese mismo servicio los himnos responden con fiel armonía
a la Palabra, y por ende a Dios. En este sentido, el canto congregacional se
une a la oración y a la homilía en la profecía: Habla hacia arriba, proclama
hacia afuera y declara la verdad” (69).
7. El himnario es una herramienta extraordinaria para las
devociones privadas. “Si
el himnario ha sido descuidado en nuestros tiempos, no es tanto porque pastores
y líderes de adoración miopes e irreflexivos lo han descartado, sino porque ha
sido aislado para usarse sólo en los santuarios y únicamente los domingos. En
el transcurso de un año, quizás sólo se utiliza un veinte o treinta por ciento
de su contenido, más o menos. Pero entrega a cada parroquiano una copia de un
gran himnario y desafía a cada uno de ellos a absorber y a integrar su
contenido en un régimen de devoción entusiasta y previsor, y usted tendrá un
renacimiento del interés, no sólo en el canto de himnos, sino en el Señor
mismo” (70).
8. El himnario es académica y sorprendentemente flexible. “Una de las alegrías
de examinar las páginas de un buen libro de himnos es leer sus lecturas
bíblicas y leccionarios, sus historias, prólogos, índices, credos, comentarios
devocionales, órdenes de himnos sugeridos para el culto y oraciones. . . Un buen himnario también es inteligente, o tal
vez debería decir que un buen himnario en las manos de un líder de adoración
inteligente es una herramienta muy flexible. A través del uso de los índices
métricos y de tonadas, se pueden crear nuevas combinaciones de melodías y
letras que permitan variedad y frescura” (71).
El resultado final:
“Por tanto, con la Palabra como el centro de todas las canciones en la iglesia,
con el himnario como su compañero exegético cantable y con un conjunto
significativo de música eclesiástica orientada a los himnos, tenemos un
organismo vivo que es virtualmente sin paralelo en la vida de la Iglesia” (68).

