"Padre. Aparta de
mí esta copa." Marcos 14:36
La próxima vez que bebas de la copa de la Santa Cena en
la iglesia, párate y acuérdate de lo que significa la copa de la que Jesús
bebió en Getsemaní la noche anterior a ser crucificado. Puedes beber de la copa
seguro, porque Él ya bebió de ella angustiado. La víspera de su muerte oró:
"Mi alma está muy triste, hasta la muerte...Padre, todas las cosas son
posibles para ti. Aparta de mí esta copa, pero no se haga lo que yo quiero,
sino lo que quieres tú" (Marcos 14:34-36). Fíjate en las palabras
"muy triste hasta la muerte". Si crees que tu pecado no tiene
importancia, quizá esas palabras te hagan cambiar de parecer. Cristo bebió de la copa de la ira de Dios
para que tú pudieras beber de la copa de la gracia de Dios.
Aunque no hubiera pecado en Jesús, Él probó los pecados
tanto de los pecadores más refinados como de los más repugnantes. Nunca había
sentido la furia de Dios; ni la merecía. Nunca se había visto aislado de Su
Padre porque los dos habían sido uno desde el principio de los tiempos. Nunca
había experimentado la muerte física, porque era un ser inmortal. Sin embargo
unas horas después Dios desataría Su ira contra el pecado en Su Hijo perfecto y
sin pecado. Y como hombre, Jesús tenía miedo, un miedo espantoso. Su reacción
ante ese miedo nos enseña qué hacer con el nuestro: oró seria y
persistentemente. Les dijo a sus seguidores: "...Sentaos aquí, entre tanto
que voy allí y oro" (Mateo 26:36). Jesús se enfrentó a sus temores más
profundos orando con todo su corazón, y los venció. Con oración, tú también
puedes vencer los tuyos.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1,7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")