"YO SÉ QUE MI
REDENTOR VIVE." Job 19:25
El patriarca Job sobrevivió a la sarna, a la quiebra
económica y a la pérdida de sus hijos; y salió de todo ello con su fe intacta.
Veamos cómo era su fe:
1) "Yo sé". Cuando puedes decir "yo sé", eres un signo de
exclamación (que denota seguridad) en un mundo de interrogantes. Job no dijo
"me han dicho", porque lo que sabía de Dios lo había aprendido a
través de la experiencia y de la revelación personal. ¿Se puede llevar una vida
así? Sí. "Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las
cosas" (1 Juan 2:20). Puedes "saber" en tu corazón cosas de Dios
que no eres capaz de entender plenamente o explicar. ¿Por qué? Porque se
disciernen espiritualmente.
2) "Que mi Redentor
vive". Aunque Cristo todavía no había nacido, Job
se hizo una idea de nuestro Redentor Eterno, descrito en las Escrituras como
"...Anciano de días..." (Daniel 7:22); de quien Miqueas afirmó:
"Sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos
inmemoriales" (Miqueas 5:2 NVI). Existió antes de su nacimiento terrenal,
y sobrevivió a quienes le dieron sepultura. Pablo dice: "...Por amor a
vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais
enriquecidos" (2 Corintios 8:9).
3) "Y que al fin se
levantará sobre el polvo". Job vio lo
mismo que el profeta Zacarías vería: "En aquel día se afirmarán sus pies
sobre el Monte de los Olivos..." (Zacarías 14:4). La primera vez que Jesús
vino fue para salvar. La próxima vez que venga, lo hará para reinar. Su primera
venida fue para ser nuestro Redentor; Su segunda venida será para establecer su
reinado como Rey de Reyes. "Mientras aguardamos la bendita esperanza, es
decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo"
(Tito 2:13 NVI).
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)


