"EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN, ¿DE QUIÉN
TEMERÉ?..." Salmo 27:1
Todos necesitamos
tener un encuentro con el Cristo trasfigurado; Aquél que es mayor que Moisés,
el dador de la ley, Elías el profeta y todos los demás profetas que han
existido. El único que lleva la verdadera corona del universo, el Hijo Amado de
Dios. Tenemos que postrarnos en nuestro rostro y verlo como el Santo, el
Altísimo, El Único Dios. Cuando lo hagas, todos tus temores, excepto el temor
de Jesucristo, se derretirán como si fueran cubitos de hielo en un día
caluroso. Dirás con David: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién
temeré?..." (Salmo 27:1). En el libro El Príncipe Caspian (de Las Crónicas
de Narnia), vemos la perfecta ilustración de lo anterior. Lucy ve a Aslan, el
león, después de muchos años. Ha cambiado mucho desde la última vez y su tamaño
la sorprende; y así se lo comunica.
'Aslan', dice Lucy, 'eres mucho más grande'.
El león responde: 'Me ves así porque tú has crecido'. '¿No porque tú hayas
crecido?' insiste Lucy. A lo que Aslan replica: 'No, sino que cada año que tú
creces me ves más grande'. Así es con
nuestro caminar con Cristo. Cuando más lo servimos, más grande lo vemos. No
es que Él cambie, sino que nosotros cambiamos. Y empezamos a notar dimensiones,
facetas y características que antes no percibíamos; incrementos sorprendentes
de Su pureza, poder y singularidad.
Y sólo cuando nos
postremos delante de Sus pies en humildad y en total dependencia, Él nos dirá
lo que les dijo a sus discípulos en el monte de la transfiguración:
"...Levantaos y no temáis" (Mateo 17:7).
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la
Tierra..." (Isaías 62:1,7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional Diario "LA PALABRA
PARA HOY")