“Todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” Mt 7:17
La Didaché, uno de los escritos cristianos más antiguos
después del Nuevo Testamento, da varias pautas para distinguir a los profetas
verdaderos de los falsos. En primer
lugar, un verdadero profeta no abusará de la hospitalidad, sino que seguirá
adelante, atendiendo su ministerio y su misión. Pero un falso profeta dará
vueltas indefinidamente, preocupado solo por satisfacer sus propios intereses.
En segundo lugar, a diferencia del falso profeta, el verdadero profeta se
opone a la excesiva solicitud de dinero. Está contento con el apoyo para las
necesidades fundamentales de la vida y del ministerio.
En tercer lugar, la manera de vivir de un verdadero profeta corresponderá
con las normas de justicia que enseña. Es muy probable que un falso profeta
enseñe una cosa y practique otra.
Un verdadero ministro del evangelio mostrará lo que Pablo
escribió: “Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de
Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios,
hablamos en Cristo” (2 Co. 2:17).
JOHN MACARTHUR
- (Devocional Diario "LA
VERDAD PARA HOY")