domingo, 25 de diciembre de 2022

¿Conoces a tu enemigo invisible? 25 diciembre



“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” 1ª Pedro 5:8


Magnífica alegoría del apóstol Pedro al comparar al diablo con un león que anda en busca de víctimas fáciles. Nuestro enemigo común usa ropa de camuflaje y se mueve entre las sombras. Estudia las debilidades de sus presuntas víctimas e investiga sus defensas. Y cuando menos se espera su ataque, al igual que un león hambriento, golpea sin piedad. Muchos de nosotros no reconocemos los ataques del diablo pues los confundimos con las luchas que cada día enfrentamos. Pero no nos engañemos porque estos ataques son muy reales. Jesús mismo experimentó la realidad de este enemigo cuando fue tentado por él en el desierto (Mateo capítulo 4).

Satanás nos ataca fundamentalmente donde somos más vulnerables: en la mente. Las tentaciones se manifiestan a través de nuestros cuerpos, pero comienzan con nuestros pensamientos. Por eso es necesario eliminarlos de nuestras mentes lo más rápidamente posible. Claro que nuestro enemigo espiritual es un adversario poderoso, y aunque quizás en ocasiones podamos controlar algunos de esos pensamientos tenemos que estar conscientes de que con nuestras propias fuerzas no podemos derrotar a Satanás. Por eso debemos acudir a la oración “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, como dice 2ª Corintios 10:5. Si queremos ganar la batalla contra este enemigo invisible, tenemos que poner nuestros pensamientos bajo el control del Señor Jesucristo.

El apóstol Pablo nos da un plan de batalla muy eficaz en su carta a los efesios. En primer lugar tenemos que identificar al enemigo. Dice Efesios 6:12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Mientras nosotros nos enfrascamos en una discusión con esa persona que nos ofendió, el diablo está disfrutando el resultado de sus engaños y trampas. Su derrota comienza en el momento en que lo identificamos a él como culpable, y oramos por esa persona y le mostramos el amor de Dios.

Debemos buscar la fortaleza en Dios. Este es el consejo del apóstol Pablo a los cristianos de Éfeso: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6:10-11). Es necesario estar siempre conscientes de que tenemos que depender del Señor y de su poder para vencer a tan terrible enemigo. Y seguidamente escribe Pablo: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (v.13). Esta armadura es puramente espiritual, aunque Pablo usa la alegoría del vestuario de un soldado. Podemos decir que estamos vestidos de ella cuando hemos aceptado a Jesucristo como nuestro salvador, cuando nos mantenemos firmes en la verdad y la justicia de la Palabra de Dios, cuando diariamente fortalecemos nuestra fe por medio de una íntima comunión con Dios y cuando servimos al Señor llevando a otros las buenas noticias de la salvación.

Por último, recibimos el poder de Dios para poner en práctica todo esto cuando hacemos lo que dice el v.18: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” Es a través de la oración que el Señor libera su poder divino y su protección, capacitándonos para vivir una vida santa, consagrada y llena de paz cualesquiera sean las circunstancias que nos rodeen. La oración capacita a nuestra mente y a nuestro espíritu para discernir lo que la persona natural no es capaz de ver, y además nos fortalece para la batalla.

Si tú reservas un tiempo para orar cada día clamando por la protección y la dirección del Señor, y te vistes de la armadura de Dios, tendrás el poder que necesitas para estar firme contra el enemigo. Entonces experimentarás la victoria, el gozo y la paz que están a nuestra disposición por medio de Jesucristo.


ORACION. Bendito Señor, te doy gracias por tu poder, el cual pones a mi disposición para obtener la victoria en esta lucha espiritual. Pon en mí una doble porción de tu Santo Espíritu y un ferviente deseo de ser perseverante en la oración cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.


 ENRIQUE SANZ – (DEVOCIONAL DIARIO “DIOS TE HABLA”)