“Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite
en ti en las vigilias de la noche. Porque has sido mi socorro, y así en la
sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha
sostenido.” Salmo 63:6-8
“El Señor lo sustentará sobre el lecho del dolor;
mullirás toda su cama en su enfermedad.” Salmo 41:3
(Leer Levítico 10 – Romanos 7 – Salmo 65:5-8 –
Prov. 16:11-12)
«Cuando estamos
acostados boca arriba, los ojos miran hacia arriba», explicaba un cristiano
enfermo a un amigo que lo visitaba. «¿Sabe por qué el Señor me acostó en esta
cama de hospital? Para obligarme a mirar hacia él. ¿Y esta perfusión, que me
une a un sistema de botellas? Es mi cadena, ella me recuerda que debo depender
de mi Señor. Yo había hecho mi programa; mi agenda estaba llena de citas, pero
tuve que anularlas y hacerme la pregunta: ¿Había pedido la opinión del Señor
antes de hacer mis proyectos?
Yo que soy una
persona activa, que siempre tengo prisa, ¡estoy como atrapado! Mire esta
habitación. Descubrí que no es una cárcel, sino más bien un lugar de
encuentros: encuentro con ese enfermo que ayer me vio leer mi Biblia y me hizo
preguntas; con el personal, desde el médico hasta el vigilante... ¡Es todo un
mundo que ignoraba, y cuya dedicación, amabilidad y obligaciones estoy
descubriendo, así como el consuelo que me traen todos los que vienen a
visitarme! También deseo que cada uno de los que vienen pueda llevar algo, es
decir, la imagen de alguien que pudo beneficiarse un poco de las lecciones del
Señor: paciencia, olvido de sí mismo, confianza en Dios... En otras palabras,
esta habitación es un lugar de encuentro con el Maestro mismo. Nunca tuve tanto
tiempo para leer la Biblia, orar y meditar. ¡Gracias, Señor, por esta
experiencia!».
EDICIONES BÍBLICAS - (DEVOCIONAL "LA BUENA
SEMILLA")