Muchos de
nosotros comparamos el poder con algo visible, llamativo e impactante. Pero
esto no es verdad respecto a la autoridad espiritual. Pedro dice que Dios
confía su autoridad espiritual al hombre “interno,
el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible” (1
Pedro 3:4).
La palabra
griega que Pedro usa para “afable”, significa gentil. Y la palabra usada para
“apacible” significa seguro, sin perturbación. Pedro habla de un corazón que
siempre está en paz con su posición en Cristo. Tal corazón posee la verdadera
autoridad espiritual.
Desde luego,
esto golpea en la cara a todas filosofías seculares que hablan del poder y de
la autoridad. El mundo nos dice: “Afírmate. Utiliza el poder a través de la
intimidación. Haz contacto visual, usa el lenguaje del cuerpo, mira a los otros
fijamente. Pon tus propias necesidades primero”. Vemos esta actitud reflejada
en las portadas de los álbumes de los grupos de música de hoy. Miembros de grupos
fruncen el ceño, amenazan, “se imponen sobre ti”. Ellos piensan que dicha
postura es lo mismo que tener autoridad.
Nuestra actitud
como creyentes es completamente diferente. Perseguimos el poder y la autoridad
con un propósito: Hacer huir a Satanás. Queremos ser capaces de confrontar sus
ataques a nuestras vidas, a nuestras iglesias y a nuestras familias. Y debemos reconocer que sin un espíritu de
mansedumbre y apacibilidad en nuestro hombre escondido, no tenemos ningún poder
verdadero.
David escribe:
“Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido” (Salmos 18:35). La
frase “me ha engrandecido”, significa “aumentó abundantemente mi misericordia
para con los demás”. David está declarando lo siguiente: “Señor, tu gentileza
hacia mí ha aumentado mi propia capacidad para tener misericordia”.
Piensa en lo
que David está diciendo. Este rey había dudado de la fidelidad de Dios para con
Israel. Él había cometido adulterio y luego hasta asesinó a un hombre para
cubrir su propio pecado. Aun así, el Señor le mostró a David su increíble
misericordia y perdón.
David estaba
asombrado de cuán apacible y amoroso fue Dios hacia él durante este terrible
período. Y ahora, él dijo: “El Señor ha sido tan tierno al tratar conmigo.
¿Cómo podría yo alguna vez ser duro con alguien que atraviese lo que yo
atravesé? La gracia de Dios hacia mí ha engrandecido mi corazón, de tal manera
que ahora quiero mostrar ternura a los demás; a mi cónyuge, a mis hijos, a
todos”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)