David Jeremiah, mi
viejo amigo de Shadow Mountain Community Church cerca de San Diego, ha
predicado varias veces en el Brooklyn Tabernacle. Inmediatamente después de que
se le diagnosticara un cáncer, nos llamó pidiendo que oráramos por él. Varios
meses después regresó para visitarnos durante una reunión de encuentro del
ministerio que hicimos en la zona de la arena del Madison Square Garden. Luego
predicó en uno de nuestros servicios del día domingo. La congregación entera
estaba feliz de ver a este maravilloso hermano cristiano por el cual todos
habíamos intercedido.
Conmovido por el amor y
la actitud de agradecimiento que produjo su aparición, David luego hizo un
comentario al respecto desde el púlpito: “Llamé aquí en cuanto supe de mi
enfermedad porque conocía el énfasis que ponen en la oración. De hecho, alguien
me acaba de saludar en el vestíbulo y dijo: ‘Pastor Jeremiah, verdaderamente
clamamos a Dios por usted'. Por eso fue que los llamé. Sabía que sus oraciones no
serían un mero ejercicio mecánico sino un verdadero clamor a Dios con pasión
por mi necesidad. Y Dios me ayudó a superar la dura prueba”.
Ese es el significado
literal de la palabra hebrea que se usó innumerables veces en el Antiguo
Testamento cuando el pueblo invocaba a Dios. Significa clamar, implorar pidiendo ayuda. Esta es la esencia de la
oración verdadera que toca a Dios.
Charles Spurgeon una
vez comentó que “el mejor estilo de oración es aquel que sólo se puede definir
con la palabra clamor”.
¿Acaso no es eso lo que
Dios nos invita a hacer a lo largo de la Biblia ? “Clama a mí, y yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Dios no
está distante. No está desconectado. El nos dice continuamente a través de los
siglos: “Yo te ayudaré, de veras lo haré. Cuando no sepas adónde recurrir,
recurre a Mí. Cuando estés listo para levantar tus manos, levántalas a Mí.
Acompáñalas de tu voz, también, y Yo vendré y te ayudaré”.
JIM CYMBALA - (DEVOCIONAL
DIARIO “ORACIONES”)